jueves, 7 de septiembre de 2006

Tourniquet

Abrió la puerta con un golpe del hombro. Se hizo daño, pero sabía que no podía detenerse, ya que ellos no lo harían. Subió corriendo las escaleras de incendio, tropezándose y ayudándose del posamanos para levantarse. Ya apenas sentía el agotamiento que la inundaba. Quedaban mucho pisos, demasiados compara dedicarse a pensar. Y tenía que llegar arriba antes que ellos.


Cuando llegaron a su piso lo encontraron todo perfectamente ordenado. Empezaron a buscar en todos lados algo que la implicase en aquel asunto, pero no encontraron nada. Cuando llegó el jefe de policía se fijó en algo que había sobre la mesita del salón. Una cinta de video, no tenía fecha ni título. La cogió con los guantes y la puso en el video que se encontraba en el mueble de debajo de la televisión. Allí estaba ella, todos callaron y prestaron toda su atención. Posiblemente en aquella cinta estuviese todo. Pero lo único que encontraron fue su despedida.


Por fin llegó a la azotea del enorme rascacielos. Sus perseguidores no parecían haberla encontrado todavía. Pensó nuevamente en lo que había venido a hacer allí. Miró al cielo, estaba despejado, azul como nunca. Durante un segundo le dió la sensación de que el sol había salido sólo para ella. Respiró profundamente y se decidió con paso decidido hacia el borde de la azotea. Estaba tan sumida en no sentir miedo porlo que iba a hacer que no se di cuenta del sonido de las aspas en movimiento de los helicópteros hasta que los tuvo a la vista. En ese momento, toda la concentración se esfumó y liberó su miedo, pero esta vez no a lo que iba a hacer, sino a lo que le podría ocurrir si la atrapaban.

Intentaba mirar hacia otro lado buscando una salida, pero el viento le echaba todo el pelo a la cara, lo que le hacía imposible ver bien. Desde el helicóptero llegaba una voz desde un megáfono que la insistía en que se entregase. Volvió hacia las escaleras de incendio, pero pudo oír como subían por allí. Venían a por ella y tenía que actuar ya o sería demasiado tarde.

Miró hacia el cielo con la esperanza de encontrar una señal, una respuesta para saber qué debía hacer, mientras una suave lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla. Pero lo único que vió fue el comienzo de una nube formándose sobre su cabeza. Dirigió su vista primero hacia las escaleras que conducían a su prisión, y después hacia el helicóptera que parecía mirarla desafiante. Lo único que oía era su respiración y sus pensamientos, demasiado rápidos para entenderlos.

Miró hacia abajo en gesto de derrota. Agarró con la mano izquierda su colgante, lo único que la unía a su pasado. Y corrió hacia el borde del rascacielos. Sus ojos se iban nublando a causa de las lágrimas según se acercaba.

Finalmente saltó, sintió la ingravidez rodear su cuerpo. Pensó que ya no había vuelta atrás, y se sintió muerta mucho antes incluso de llegar al suelo. Pero no murió nunca. Nunca tocó el suelo. Apenas sus pies dejaron de sentir el suelo bajo ellos, la nube que se estaba formando sobre el edificio comenzó a descender como si hubiese un tornado. E iba directamente hacia ella hasta que la atrapó, y continúo descendiendo hasta tocar el suelo. Pero una vez hecho esto, se esfumó, desapareció como si nunca hubiese ocurrido, y junto al fenómeno desapareció la chica.

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