miércoles, 19 de septiembre de 2007

Déjame descubrirme

Sé que es horrible, pero desde este finde, el peor momento del día ha dejado de ser cuando me suena el despertador para convertirse en cuando vuelvo a casa. Porque pienso que entonces te tendré que llamar, y después de lo que me dijiste, ahora mismo no me apetece. Llámalo rabieta, o tontería, quizás lo sea, pero hasta que no se me pase esas ganas que antes tenía de llegar a casa y coger el teléfono, no volverán.

Y no me gusta estar así. Es más, odio estar así. Pero así es como me siento. Me dirás que piense la forma de solucionarlo, y tú seguramente ya estés haciéndolo, cuando hablamos y tú sigues riéndote alguna vez como antes. Pero ahora mismo no puedo hacer eso yo, lamento decir que he perdido parte de la confianza que tenía en ti.

Y me ha dolido, y por primera vez desde que te conozco se me ha pasado por la cabeza la idea de dejarte. Pero tampoco quiero eso. No voy a obedecer a un impulso basado en un fin de semana de entre los muchos que hemos tenido en los últimos siete meses. Ya te dije que iba a luchar por ti, aunque sea doloroso. Porque me merece la pena, porque quiero descubrirte, porque quiero que me descubras y, en definitiva, porque te quiero. Sólo esta última ya sería razón suficiente.

Pero me parece que cuanto más te enseño de mí, más crees saber de mí, sin fijarte en lo que realmente te muestro. Me esfuerzo por juntar lo que soy con lo que quiero ser de la forma más perfecta posible, lo mejor que sé al menos. Y tú llegas y me dices que es mejor de otra forma. Puede que tengas razón, pero déjame descubrirlo. Aún estoy bastante perdido en este mundo como para que me pongas tantas pruebas que superar.

Sólo te pido eso. Déjame descubrirlo por mí mismo. Déjame descubrirme.


domingo, 16 de septiembre de 2007

Cuadernos viejos

Hoy, haciendo limpieza en mi habitación, me he encontrado con algunos cuadernos viejos. En realidad tienen pocos años, ya que ni siquiera yo puedo considerarme viejo. Pero al mirar en su interior y ver las páginas repetas de cartas, recuerdos y canciones me he dado cuenta de lo rápido que pasa la vida y de todas las cosas que podemos llegar a vivir.

Hace años pensaba que el mundo se acababa más allá de lo que yo conocía, hace años me daba demasiada importancia a veces y muy poca en otras ocasiones. Era entonces cuando aún nadie me conocía, ni siquiera yo, lo más mínimo; era entonces cuando me refugiaba en láminas de celulosa y tintas de colores como única forma de escapatoria de la realidad.

Ahora escribo menos cuando antes rellenaba fácilmente un folio al día. Cuando llegaba a escribir cuatro canciones en una sola tarde sin que decreciese la poca calidad que pudiesen tener. Antes me retraía e intentaba pasar lo más desapercibido posible quejándome siempre de estar desatendido. Tenía sueños que cumplir, sueños que se sostenían por los cimientos que otras personas habían puesto en mi cabeza.

Es dificil derrumbar todo eso, sobre todo cuando no estás seguro de que eso sea lo correcto. Cuesta abrirse camino dentro de uno mismo por muy contraditorio que sea. Y la ´unica arma que he descubierto hasta el momeno para hacerlo es tener los ojos bien abierto, darte cuenta de cómo es el mundo que te rodea e intentar conocerlo en su más amplio espectro.

Ojalá hubiese crecido siendo un niño, y no un proyecto de persona. No tendría que volver a empezar ahora.


domingo, 9 de septiembre de 2007

Tiempo

A veces hecho de menos a mucha gente y ni siquiera sé porqué. No es que los considere importantes en mi vida, ni creo que marcasen un antes y un después. Simplemente se les hech de menos porque estuvieron ahí en momentos como los que estoy viviendo, o puede que sólo sean asociaciones de mi cabecita loca que ni siquiera en mil años sería capaz de terminar de descifrar del todo.

Pero el caso es que, aunque sólo sea momentaneamente, les recuerdo. Y me empiezo a preguntar porqué perdimos contacto, porque no puedo coger el móvil, buscar su número y decirles que me estaba acordando de ellos. No sé si será vergüenza, o puede que no me sienta demasiado cómodo hablando con alguien sin verle la cara. No lo sé, la verdad.

¿Porqué no pude mantenerlos a mi lado? Supongo que por la misma razón que ellos a mí tampoco. Es obvio, hay gente que encaja como las piezas de un puzzle. Un puzzle muy elástico y grande, pero un puzzle al fin y al cabo. Quizás con la piezas de al lado si encajen y por eso le tengas tan cerca un tiemppo, pero cada vez te ves más rodeado y tienes que elegir con quién pasar tu tiempo. Ese preciado bien cada vez más excaso.

De todas formas, me gustaría poder mantener el contacto con la gente de la que me vaya separando ahora (porque seguro que seguirá ocurriendo). No hablando todos los días, ni todas las semanas, ni siquiera al menos una vez al mes. Sólo cuando me apetezca, cuando me acuerde de ellos. Par ademostrarles que fueron parte de mi vida y quiero que lo sigan siendo de un modo u otro.

Y que así sientan que no todo se lo puede llevar el tiempo.


viernes, 7 de septiembre de 2007

Recuerdos para mí

Un anillo negro nuevo y reluciente, un empacho de chuches no aconsejable para estómagos sensibles y un recuerdo de una país muy muy lejano (bueno, no tanto).

Eso es lo que me esperaba una tarde de este verano, hace tan solo unos días. Mientras me pasaba las horas pasando apuntes y estudiando placas convergentes y estructuras internas de la tierra, me tomé un kitkat y me bajé a dar una vuelta con Ángela, quien gustosamente había venido hasta mi barrio para que yo no perdiese aún más tiempo. Y la verdad es que no perdí ni un segundo. De hecho tenía más bien pocas ganas de volver a casa y seguir con la faena, me estabas animando tanto...

Es muy agradable sentir que alguien se acuerda de ti mientras está tranquilamente de vacaciones y descubriendo mundo, aunque sea con pequeñas tonterías...muy valiosas en realidad. Estas cosas animan a cualquiera, de verdad... Se lo recomiendo a todo el mundo.

Muchas gracias, de verdad, por esa tarde, por los regalitos y por hacerme los días un poco más amenos... Eso sí, más te vale seguir haciéndolo que sino...bueno, ¡sé dónde vives!




lunes, 3 de septiembre de 2007

Cuento de hadas

Mucha gente piensa que ojalá la vida fuese como en los cuentos de hadas. Ojalá estuviésemos rodeados de magia, amor e inocencia. Ojalá distinguiésemos claramente el bien del mal y supiésemos siempre cómo debemos actuar para convertirnos en los héroes de la historia. Una historia que entonces no sería nuestra, que nunca nos pertenecería porque ya estaría hecha, de la misma forma que los cuentos de hadas ya están escritos.

Por eso prefiero crear mi propia historia. Una historia que transcurre en un mundo en el que los héroes dudan y se equivocan, tienen miedo y a veces lloran. Una historia que sea mía, pero que también puede ser nuestra, que viva a través de ti y que me mantenga siempre en tu recuerdo. Una historia real, mucho peor a cualquier cuento de hadas en la mayoría de los casos, pero a la vez tan bella que supere con creces cualquier momento ya escrito.

Por eso no quiero una historia de cuento de hadas, porque entonces la miraría desde fuera y diría "sí, qué bonita", pero no la sentiría como la siento, no la viviría desde tan dentro. No necesito que te vistas de azul para despertarme de un beso, ni que luches contra un mundo para que me pueda sentir tranquilo en tus brazos, ni, por supuesto, que dediques tu vida a mí.

Me bastaría con formar parte de tu vida, con que me ayudases a mí a abrirme camino en este mundo...y con que me dieses ese beso cada mañana para despertarme durante el resto de mi vida. Quizás eso fuese mejor que el mejor cuento de hadas.