A veces no nos damos cuenta de lo que echamos de menos a una persona hasta que vuelve a estar a nuestro lado. Entonces empezamos a notar cómo las horas y los días pasan más deprisa cuando estamos juntos. Quizás se pudiera escribir una nueva ley física sobre esto, diría algo así: el tiempo que rodea a uno o varios individuos corre a una velocidad directamente proporcional a la complicidad de las personas o al conjunto de actos que se suceden (o bien se sufren) en él. Sin ni siquiera pensar que se pueda depender, o quizás tan sólo necesitar, de alguien sin tener la más remota idea de que así es. Te das cuenta de repente, cuando ves que los minutos antes ausentes se llenan de la presencia de alguien que quieres que los llene y que quiere llenarlos. Alguien que estuvo siempre ahí y sabes que siempre seguirá para tenderte la mano cuando te caigas, o quizás tirarte de vez en cuando si te ves más alto de lo que realmente estás.
Complicidad. En eso se resume toda relación. Sea el tipo de amistad o compañerismo que sea, al final lo que permite o no que sigan adelante es la complicidad. Distinguir cualquier mirada, reírse sin haber dicho nada, ofrecer el hombro cuando aún no han salido las lágrimas, o compartir secretos en los momentos menos débiles. Todo es díficil por separado y prácticamente imposible en conjunto.
Pero en estos juegos de sentimientos todo vale, y suele ocurrir que el mínimo detalle consigue más que los grandes regalos. Es en estos momentos cuando se expone el máximo egoísmo humano, dar sin esperar recibir; pues lo que se espera no es más que haber conseguido una sonrisa en la cara de quién más la merece, una satisfacción personal que no es equiparable a nada que haya conocido antes. El placer de haberte hecho feliz.
Y aunque a veces el miedo pueda conmigo, sé que ahuyentarás todas mis pesadillas...
1 comentario:
Tu hermano es un angel en tu vida, que te ayuda en todo lo que necesitas, aunque siempre hay momentos tensos, pero si no los hubiese no sería vida.
Publicar un comentario