miércoles, 30 de agosto de 2006

Tu silencio

No entiendo por qué tu silencio me afecta tanto. Si me hablas me intimido, pero cuando no lo haces siento frío ya que tengo la sensación de que me has dejado sin más, perdiendo el calor que me dabas, por poco (más bien poquísimo) que fuese. Pero tus silencios siempre dicen la verdad. "Dicen más los actos inconscientes que las palabras mejor pensadas." No me cuentas qué pasa, pero lo haces evidente a mis ojos.

Sigues tejiendo sobre la red en la que me atrapaste. Dibujas nubes a las que yo doy forma, sueños de los que tú eres parte. Pero no son para mí, sino para ti. Quizás sean los mismos, con caras diferentes, pero nunca compartidos. Y sigues tejiendo tu historia en esa red en la que alguna vez me atrapaste para después abandonarme a la suerte y la desesperación.

Tu historia y la mía siempre estuvieron separadas. Y nunca pretendiste juntarlas. Te gusta que las cosas estén como tú crees que deben estar, a pesar de que esa no sea la mejor opción. Pero las historias se acaban, y se suelen olvidar. Sin embargo, recuerdo cada latido que he pasado hablando contigo. Casi como si fueras mío. Una lucha que estoy deseando tener el valor de abandonar.

viernes, 25 de agosto de 2006

As de corazones

Pensé que me querías, pensé que me odiabas, pensé que me temías y después que daba igual. Pensé tantas cosas. Pensé que no era yo, pensé que no eras tú, creí en tus excusas, pensé que fue tu razón. Supe que me daba igual, que no te podía dejar, al contrario que tú a mí. Siempre fuiste así. Debí verlo venir. Pensé y pensé y no supe qué hacer. Pregunté y pedí consejos, te hablé y nada resolvió mis dudas. Y llegué a la conclusión de que no querías lo que deseabas, no ahora, no así. Las malas experiencias acabaron con tus ganas sin saber que podría estar al otro lado de la puerta. Ahora quieres algo que no quieres que yo te de, por que lo que quieres de mí es algo más, aunque aún no sabes qué.

Eres mi espina clavada que no me quiero quitar. Lo pensé a menudo, pero nunca me atreví realmente. Mentira, una vez lo intenté, pero entonces preguntaste, y yo exploté entre lágrimas esperando que no me vieras como un niñato enamoradizo. Aunque quizá eso sea lo que soy.

Me dijiste con cariño que me querías, y que por eso no querías hacerme daño. Que no estabas preparado para lo que yo quería darte. No sé si algún día lo estarás, pero mi paciencia no es eterna. Creí que hicieses lo que hicieses yo acabaría cayendo a tus pies, pero ahora no estoy tan seguro. Ahora me daría la vuelta y saldría por la misma puerta que tantas veces he golpeado, dejándome los nudillos ensangrentados.


Eres mi pasión y mi desesperación. Tienes miedo de probarme y no querer nada más. Tengo miedo de que nunca venzas esa estúpida sensación. Siempre te vi capaz de arriesgar y jugártela a la última carta. Quizás saques el as de corazones.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Demasiado real



"Follemos, brindemos, vayámonos de paseo, démonos la mano, cógeme por el cuello, y deja que te persiga si quieres, pero... no nos enamoremos... Por favor..."


Juntos, nada más
Anna Gavalda



Es curiosa la manía que tiene el ser humano de intentar racionalizar todo lo que le rodea, posiblemente con el propósito de controlarlo todo, tal es el miedo que tenemos a la libertad. El miedo más irracional de todos, porque a pesar de que es lo que más ansiamos y deseamos, nos esforzamos en limitarnos nostros mismos, poniendo techo a la felicidad. "Demasiado bueno para ser cierto". "Demasiado real para ser bueno".

Sin embargo, nos dedicamos a fantasear con lo que ocurriría si dijésemos todo lo que queremos decir, e hiciésemos lo que en cualquier momento nos diese la gana. Posiblemente recibiésemos más golpes, pero también serían menos fuertes y más didácticos, ya que al menos tendríamos el consuelo de haberlo intentado.

Y jugamos a discernir entre el mal y el bien, sin saber siquiera cuál es su significado. ¿Está mal seguir pensando en ti dadas las circunstancias? ¿Está bien disfrutar de lo que tienes sabiendo que en realidad quieres más? Y, ¿si me rindiese...estaría mal o bien? No hay respuestas a todas las preguntas, de la misma manera que tú nunca serás mi respuesta por muchas veces que te vea cruzar la puerta que une los deseos y los sueños.

Ya he dejado de preguntarme qué eres para mí. Y hace tiempo que dejé de preguntarme qué soy para ti. No sé si resolvería mis dudas, no sé si mejoraría la situación, no sé si quiero saberlo. Ahora lo que quiero es no sentir lo que más anhelo, en un esfuerzo inútil que seguramente me costará más de una lágrima. Pero no puedo permitírmelo, el amor es un lujo fuera de mi alcance. Sólo cariño, eso es todo lo que pido. Y temo que quien me lo de busque en mí su respuesta.

lunes, 14 de agosto de 2006

Shakes

A veces no nos damos cuenta de lo que echamos de menos a una persona hasta que vuelve a estar a nuestro lado. Entonces empezamos a notar cómo las horas y los días pasan más deprisa cuando estamos juntos. Quizás se pudiera escribir una nueva ley física sobre esto, diría algo así: el tiempo que rodea a uno o varios individuos corre a una velocidad directamente proporcional a la complicidad de las personas o al conjunto de actos que se suceden (o bien se sufren) en él. Sin ni siquiera pensar que se pueda depender, o quizás tan sólo necesitar, de alguien sin tener la más remota idea de que así es. Te das cuenta de repente, cuando ves que los minutos antes ausentes se llenan de la presencia de alguien que quieres que los llene y que quiere llenarlos. Alguien que estuvo siempre ahí y sabes que siempre seguirá para tenderte la mano cuando te caigas, o quizás tirarte de vez en cuando si te ves más alto de lo que realmente estás.

Complicidad. En eso se resume toda relación. Sea el tipo de amistad o compañerismo que sea, al final lo que permite o no que sigan adelante es la complicidad. Distinguir cualquier mirada, reírse sin haber dicho nada, ofrecer el hombro cuando aún no han salido las lágrimas, o compartir secretos en los momentos menos débiles. Todo es díficil por separado y prácticamente imposible en conjunto.

Pero en estos juegos de sentimientos todo vale, y suele ocurrir que el mínimo detalle consigue más que los grandes regalos. Es en estos momentos cuando se expone el máximo egoísmo humano, dar sin esperar recibir; pues lo que se espera no es más que haber conseguido una sonrisa en la cara de quién más la merece, una satisfacción personal que no es equiparable a nada que haya conocido antes. El placer de haberte hecho feliz.

Y aunque a veces el miedo pueda conmigo, sé que ahuyentarás todas mis pesadillas...

miércoles, 2 de agosto de 2006

Joclon

Hoy el destino me ha dado una grata sorpresa. Los reencuentros siempre son buenos y más si se dan con alguien a quien se echaba de menos. Y no sé si lo tendrías planeado desde el principio o lo decidiste hace cuatro días. Pero me ha alegrado saber que yo seguía apareciendo de vez en cuando por tu memoria y de que a pesar de que estuviesemos a cientos de kilómetros de distancia, algó seguía uniéndonos de algún modo. No quería creer y no lo hice, y no me equivoqué al no hacerlo. Eres una de las primeras pruebas de que las cosas pueden mejorar aunque a veces parece que no es así.

Y no te guardo rencor. No sé si yo hubiese hecho lo mismo, porque no conozco tu situación, pero no creo que desaparecieses sin razones, y ahora sé que tampoco desapareciste por mi culpa (admito que esa sí que fue una duda que rondó por mi cabeza). Pero bueno, nada de eso, ni de aquello, ni de lo de más allá. Ahora da igual, la verdad. Y es raro, generalmente hubiese pasado de alguien que me hubiese hecho algo así. De hecho me habría incluso vengado (ya buscaría la forma), pero ahora creo que no me merece la pena. No ganaría nada y posiblemente perdería mucho.


Y últimamente no quiero perder, no quiero perderme. Quiero ganar, ampliar mi mundo y mi forma de verlo. Y no se ha enfriado nuestra relación, o al menos eso creo. Me diste las gracias por ayudarte, y yo te las doy por hacerme saber que te ayudé. Espero que ahora las cosas mejoren en tu vidilla y que no vuelas a irte de viaje sin avisar.