Hoy quiero hablar sobre otro tema concerniente a lo que es una pareja. Algo que quizás parezca evidente, pero que si miro a mi alrededor me doy cuenta de que muchos no lo hacen, y la verdad es que da pena.
Me estoy refiriendo al hecho de querer el bien del otro. Saber que por mucho que podáis discutir, o muy mal que podáis acabar nunca será por haberos puteado el uno al otro. Y parece algo sencillo, nada más lejos de la realidad. Pero qué menos se le puede pedir a alguien con quien piensas compartir parte de tu vida que que quiera tu propio bien.
Y resulta extraño que a veces el despecho, los celos o los rencores, hagan que nos comportemos de forma tan dañina con ellos y, por consiguiente, con nosotros mismos, ya que como supongo que os pasará a todos los que queréis a otra persona, no estás agusto viendo que esa persona está mal, ni siquiera cuando no puedes hacer nada para remediarlo, pues con mucha más razón cuando eres causante de ese dolor.
Para mí resulta todo un consuelo pensar que cuando discutimos o no estamos a gusto el uno con el otro en un momento determinado no es porque queramos hacernos algún tipo de daño. Eliminar de primeras esa opción me supone un gran paso para intentar averiguar qué nos ha llevado a esa situación y de esa forma poder solucionarla.
Me estoy refiriendo al hecho de querer el bien del otro. Saber que por mucho que podáis discutir, o muy mal que podáis acabar nunca será por haberos puteado el uno al otro. Y parece algo sencillo, nada más lejos de la realidad. Pero qué menos se le puede pedir a alguien con quien piensas compartir parte de tu vida que que quiera tu propio bien.
Y resulta extraño que a veces el despecho, los celos o los rencores, hagan que nos comportemos de forma tan dañina con ellos y, por consiguiente, con nosotros mismos, ya que como supongo que os pasará a todos los que queréis a otra persona, no estás agusto viendo que esa persona está mal, ni siquiera cuando no puedes hacer nada para remediarlo, pues con mucha más razón cuando eres causante de ese dolor.
Para mí resulta todo un consuelo pensar que cuando discutimos o no estamos a gusto el uno con el otro en un momento determinado no es porque queramos hacernos algún tipo de daño. Eliminar de primeras esa opción me supone un gran paso para intentar averiguar qué nos ha llevado a esa situación y de esa forma poder solucionarla.
